Creo que ya es hora. Es la hora de ponernos sentimentales y pensar un poco. Llevo aquí en Sevilla 5 meses; sin duda, los mejores de mi vida hasta el momento. En realidad, 5 meses puede parecer muy poco tiempo, pero cuando se viven de esta manera sabes que durarán para siempre.
Sevilla fue (sigue y seguirá siendo) refugio para montón de países de todo el mundo. Todos los que vivimos aquí y vivimos esta experiencia sabemos que aunque la otra persona viva a miles de kilómetros y su idioma natal sea prácticamente incomprensible para los demás, a final de cuentas se habla la misma lengua, aquella en la que lo único que importa es conocerse, aprender de la otra persona, crear una amistad y, por supuesto, alcoholizarse.
Esta experiencia está llegando a su fin ha llegado a su fin, y resulta muy triste. Siendo honestos, no es triste este fin, por que, como mencioné antes, esto continuará para siempre. Tal vez lo que provoca este sentimiento similar a la tristeza, es esa maldita incertidumbre de no saber a quién volverás a ver en el transcurso de tu vida y cuándo, pero sí saber que con esas personas tuviste esta experiencia que quedará marcada como las manchas de alcohol y comida de cada uno de los pisos en las que se hizo alguna de esas fiestas que no terminaban hasta ver el sol de nuevo.
La mayoría se han ido ahora, y en este tiempo no queda otra forma más maricona de ver a Sevilla sino como una flor que va perdiendo sus pétalos. Sin embargo, quiero pensar que cada uno de esos pétalos llevarán a diferentes jardines que todos podremos visitar. Cuando vaya a Francia, quiero que me reciban los y las amigas de Francia, hagamos fiestas, nos pongamos borrachos e intentemos hacer botellón en Champs-Élysées. En Italia, quiero que me inviten a comer Pizza y las mejores pastas, para después hacer una fiesta en el piso del Papa. Estando en Alemania quiero ponerme súper borracho con la cerveza más rica, vestido del traje típico y que me expliquen con hechos que ahi no solamente se comen salchichas. Si voy a Polonia me encantaría que me dijeran que se puede hacer, además de morir con el vodka (y ver a todas las guapuras de ahi, por supuesto). Lo mismo para cada país de todos los que conocí aquí; por que, una vez que vayan a México, pueden estar seguros que no saldrán de ahi sin comer tacos con las mejores salsas, probar el mejor guacamole, visitar los mejores lugares con nopales y sombreros y ver lo que es una tradicional fiesta en "rancho" con los amigos. Por que a final de cuentas ninguno de nosotros nos quitaremos los estereotipos que tanto me divierten!
Entonces, como si fuera una entrega de Oscares, aprovecharé para agradecer a todos los que con-bebieron conmigo durante estos días. A los amigos erasmus, los amigos de los amigos, los amigos de los amigos de los amigos y los desconocidos que también hacían desmadre en la fiestas. Claro que a mis papás por el apoyo de todo tipo que me dieron. Y en general a todos los que me aguantaron estos días. También quiero recomendarle a mis amigos y los lectores que están aquí por accidente, que si por alguna razón llegan a tener la oportunidad de salir de su país y "estudiar" en el extranjero, lo hagan sin dudarlo. No conozco una sola persona que se haya arrepentido o que no se la haya pasado bien. Antes de venir, todas las personas me decían que la experiencia que iba a tener iba a ser increíble... y hasta hoy veo que tenían razón, por que nunca me lo imaginaba así.Finalmente, para todos los que ahora se encuentran en sus respectivos países quiero mandarles un abrazo, y recordarles que en estos tiempos de "bajón" no miremos ni vayamos para atrás, sino que siempre sigamos para adelante (o "pa'lante" como se dice en Andalucía) y cuando tengamos ganas de recordar, simplemente veamos por los espejos retrovisores. Esto que se vivió es de celebrarse siempre y no debe ser razón de tristezas o decepciones. Espero que cada quién triunfe en lo que desea triunfar, y sobre todo, vernos nuevamente algún día.
Y para cerrar con la sección de emotividades, nunca he leído ningún libro completo de G.G. Márquez, pero siempre me ha encantado esta frase, siempre la digo a todos (sobre todo a mí mismo) y creo que queda excelente para la ocasión:
"No llores por que terminó, sonríe por que sucedió."